Libertad de toda esclavitud

Librado de toda Esclavitud

    Todos tenemos cosas que nos limiten. Aún el más libre en el mundo no tiene la libertad o poder para regresar el tiempo. Vivimos dentro de los limitantes de tiempo, espacio, y economía (definido como el buen uso de recursos escasos). Nadie puede estar en dos lugares a la vez, y aún el más rico solamente puede usar una de sus riquezas a la vez (¿ha visto alguien intentando manejar dos carros a la vez?). Por esto tenemos que tomar decisiones. ¿Cuál voy a escoger? Y tales decisiones limiten a nuestra vida. A veces intentemos escoger la opción que nos limite menos, pero a veces creemos que vale la pena una vida más limitada; por ejemplo, un trabajo que nos absorbe mucho tiempo pero paga muy bien.

    Además, muchos tenemos cosas que nos encierren que nos gustaría escapar, pero no sabemos cómo. Puede ser una adicción, una autoridad, una debilidad o enfermedad física, una persona, hasta un pensamiento que nos persigue en todo momento. Puede ser que el limitante fue por causa de una decisión en el pasado, o que sea algo completamente fuera de nuestro control (como el lugar donde nacimos). Puede ser que veamos una posibilidad de escapar de la esclavitud, o que no tengamos ni una sombra de esperanza.

    Lo que sea tu situación, hay buenas noticias. “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.”

Verdadera Libertad

    Hay muchas razones por lo cual personas no buscan a Dios. Algunos sienten que si se someten a Dios, van a vivir como esclavos bajo reglas pesadas. Para ellos, un cristiano es alguien que no puede bailar, fumar, tomar, o hacer muchas cosas “divertidas.” ¿Pero, eso es la verdad?

    La primera mentira del diablo fue “Conque Dios os ha dicho….?” Desde entonces muchos han pensado que los mandatos de Dios son una imposición o un ataque en contra de su persona. Pero la verdad es que todos nosotros estamos de acuerdo con el concepto de los límites. ¿Qué familia no tiene una puerta en su casa para limitar quién entra y sale? ¿Qué esposa no quiere que su esposo limite su amor para ella sola? ¿Qué padre no limita el contacto de su hijo con cuchillos y cerillos? Debemos entender que los límites son para proteger el hogar, el matrimonio, y la seguridad de nuestros hijos.

    Así que, como se explicó al inicio, estamos constantemente tomando decisiones que nos limiten. Si decido usar todo mi dinero para comprar un celular, no puedo comprar otra cosa aparte. Si decido salir con mis amigos, no puedo quedar en la casa a la vez. Estamos libres para tomar la decisión, pero no libres para vivir las dos opciones. Por lo tanto, la verdadera libertad no es una vida sin limitantes, sino la vida con limitantes buenas, no malas. Los votos de matrimonio, leyes sobre la velocidad limitante de manejar, y reglamentos sobre cuantas horas un piloto puede volar en una semana no son cadenas para matar, sino barandales para salvar lo que es bueno.

    El conflicto viene cuando no creemos que los límites son necesarios para nosotros, y entonces “gritamos” fuertemente, como un bebé, en contra de la palabra “NO.” Es obvio que un padre no debe ceder a todas las demandas de un bebé ignorante, y el Padre Celestial siempre busca lo mejor para nosotros. Tristemente, muchas veces seguimos el ejemplo de Adán y Eva cuando tuvieron el privilegio de comer de toda la abundancia del huerto de Edén, menos de un árbol, y perdieron todo por no estar de acuerdo con Dios sobre tal árbol.

    La verdad es que para recibir una cosa tengo que dejar otras cosas. Y si quiero una relación con Dios, el único que me puede librar de toda esclavitud, hay cosas que tengo que dejar. Esta no es una esclavitud – es una decisión que implica tomar lo bueno y dejar lo peor. Y las buenas noticias son que no es demasiado tarde. No importa cuales decisiones has tomado en el pasado, puedes ahora mismo recibir la libertad y bendición que Dios ofrece.

Poder para librarnos

    El primero de los diez mandamientos dice, “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:3). Lo único que Dios quiere es que reconocemos que Él es Dios, y no nosotros, y ningún otro. Dios sabe lo mejor, y ofrece lo mejor, pero no lo podemos disfrutar si insistimos en seguir otros “dioses” o placeres que son contrarias a Él. Dios tiene el poder para librarnos de todo lo que nos está afligiendo ahora mismo, pero no lo hará mientras nos sometemos al pecado. Si reconocemos que estamos dejando atrás el veneno para tomar un banquete, la decisión no debe ser difícil.

    Por ejemplo, Dios dice que no debemos tomar alcohol, o cualquier cosa que quite la sobriedad. Esto es para nuestro bien, y el de otros. Como la Biblia misma dice, “¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino, Para los que van buscando la mistura.....[Dicen]Me hirieron, mas no me dolió; Me azotaron, mas no lo sentí; Cuando despertare, aún lo volveré a buscar” (Prov. 23:29-35).

    Esto es esclavitud – y así es con cualquier pecado. Pensamos que somos libres, pero después de un tiempo, el pecado nos controla – ya sea la mentira, la pornografía, borracheras, o sencillamente el buscar mi propio bien sin pensar en otros. “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (Romanos 6:16) Cada persona que escoja el pecado es esclavo al pecado, la muerte, y el Diablo (Efesios 2:1-2).

    Muchas veces culpamos a otros para los limitantes que han puesto sobre nosotros, pero la culpa principal es nuestra. No hay amo más opresivo que el pecado y Satanás, y no hay Amigo que nos puede apoyar más que Dios. Hay solamente dos opciones – justicia o injusticia, Dios o el Diablo. Por esto la Biblia dice, “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:8). Es mejor permitir que Dios controla nuestra vida, que cualquier otro.

    El Señor Jesucristo dijo, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30). Sí, al venir a Cristo, tenemos que aceptar Su yugo – las reglas de la Palabra  de Dios. Pero es mucho más fácil este yugo que el peso de una vida en pecado.

    La Biblia enseña que “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23), y están muertos espiritualmente, siguiendo la corriente de este mundo, bajo la potestad del diablo, esclavos a los deseos de la carne (Efesios 2:1-3). Pero Dios el Hijo, Jesucristo, vino a este mundo “para dar buenas nuevas a los pobres… a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18). Alguien tiene que romper el poder del pecado en tu vida. Alguien tiene que pagar la deuda de tus pecados contra Dios, el Creador del universo.  Las buenas nuevas son que Cristo ya pagó todo – no hay nada más que hacer sino recibir el regalo: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). No alcanzamos salvación en Dios a través de guardar Su Palabra – Él nos salva, y nos justifica para que podamos obedecer y disfrutar Su Palabra, porque “el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo; nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” (Gálatas 2:16).

    Y ahora cada persona que cree en Cristo puede decir, “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” (Tito 3:3-7).

    Si quieres ser librado de la carga del pecado; si quieres disfrutar la vida eterna en el cielo; si quieres disfrutar una relación maravillosa con el Dios del Universo – cree en Su Palabra. “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31) y “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. ” (Romanos 10:9-10) “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32) Cristo es “la Verdad” (Juan 14:6) y quiere librar tu alma de esclavitud. ¡Acepta Su regalo hoy!

Un regalo de amor

    La Biblia nos enseña que el amor verdadero es más que un sentimiento o una pasión. El amor egoísta dice, “quiero estar con esta persona, porque así me siento feliz.” Esto se convierta en esclavitud para las dos personas. En contraste, Jesucristo dijo, “Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). El amor verdadero es sacrificial, y siempre busca lo mejor para otros.

    Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo han tenido un amor infinito entre sí desde la eternidad, y quieren compartir este amor con nosotros (Juan 15:21-24). Pero así como los pleitos en una familia pueden afectar el amor entre ellos, nuestros pecados – mentiras, enojos, avaricias, robos (aún cosas pequeñas), etc. – nos separan de Dios (Isaías 59:2), y sólo Dios puede restaurarnos. Por eso, “de tal manera Dios amó el mundo, que ha dado su hijo unigénito, para todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

    El Señor Jesucristo, Dios Hijo, fue hecho hombre en esta tierra, pero Él “no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45). Él dio todo por nosotros. Pagó el precio de nuestros pecados, para que podamos, si creemos en Él, ser parte de la familia de Dios (Juan 1:12).

    Si reconocemos nuestra necesidad de un Salvador, y creemos en Jesucristo, podemos ser parte de la familia de Dios. Entonces Dios, como nuestro Padre celestial, suplirá para cada necesidad que tengamos. Y así tendremos obligaciones – no como esclavos, sino como hijos, por amor a nuestro Padre y Salvador. Cristo dijo, “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). ¡Es un placer vivir así! No hay mejor vida.

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